TRES LEONES Y UN HOMBRE DESNUDO

Tres leones y un hombre desnudo. ¿Lo ven?

No hay rejas que los separen. Se nos acabó la superioridad.


Si hubieran tenido el instinto, lo hubieran matado en sólo 30 segundos. Pero tuvo que insistirles y provocarlos para que acaso ellos advirtieran su presencia. Entonces, lo olfateaban, lo mordisqueaban un poco y el joven parecía hasta disfrutar en un orgasmo discursivo que quizás aún no sabemos leer ni menos sentir.


Miren bien. El joven desnudo parece estar sumido en un goce que lo enajena y los leones no entienden de qué se trata.


Al suicida no le resultó su plan, no porque hayan matado a los leones, sino porque estos están encarcelados, alieneados fuera de su naturaleza. Así como el hombre desnudo, que debe estar vestido, trabajar hasta las 8 de la noche haciendo hamburguesas, viajar 2 horas en micro, besar a su pequeño hijo y entonces dormir para volver a despertar vestido. Jamás, hacer lo que hizo.


Este joven nos da vuelta el mandato de lo que debe ser y el relato que nos entrega, es de un poder magistralmente infinito a todo lo que se ha dicho hasta ahora.


Estaré absolutamente enferma de la cabeza, insúltenme si quieren, pero si cada día millones de animales son engullidos por los humanos, no me parece nada descabellado optar por un suicidio de este tipo. Es, más allá de lo que él quiso decir, una poderosa protesta que subvierte el orden de muchos discursos a la vez.


Un poco excéntrico y exhibicionista hacerlo un sábado, sí. Sin embargo, lo siento, es parte del relato que quiso darnos. Su exhibicionismo, es una puesta escena que va más allá de una simple patología.


Entre morir arrollado por el tren del metro atiborrado de gente enojada por el retraso que causaría mi muerte, encuentro mucho más noble permitir que mi cuerpo sea alimento para estos pobres animales encarcelados para la supuesta diversión de miles de homoerectus que comen cabritas frenéticamente mientras observan la miseria a la que hemos sometido "al rey de la selva" para creernos superiores.


No somos superiores en igualdad de condiciones. Tuvimos que matarlos para salvarlo a él que quiso estar, así, cuerpo a cuerpo con ellos.


Ahí estaba el hombre desnudo y tres leones.


Lo veíamos desde afuera, detrás de la reja, en twitter, seguros y a salvo de nuestra secreta inferioridad que se vuelve hoy sólo un espectro del cuento que nos contamos sobre lo superiores que somos frente a los animales no humanos, pero también, los superiores que son unos humanos por sobre otros, como si Aristóteles estuviera ordenando la escala social otra vez con sus humanos perfectos, sus humanos imperfectos y los seres vivos sin alma.


Esto es más que el delirio religioso que se insinúa como "móvil".


Veo la imagen y les confieso que escucho una poesía dramática igualable quizás a Baudelaire.


Me inundan pensamientos profundos que superan la queja animalista por la muerte de los leones (que por cierto comparto), la de los peritos expertos en seguridad que analizan cómo este joven pudo entrar y hasta el reclamo certero sobre la validez de los zoológicos hoy.


Hay un hombre desnudo, con tres leones. ¿Lo ven? Un hombre que quiere ser devorado, que no opone resistencia y tres leones que no lo devoran. ¿Lo ven?


Los cuatro se exhiben ante nuestros ojos en una evocación insolente del Circo Romano que nos avergüenza como el holocausto judío o el palestino hoy, pero que simplemente no resulta porque insistimos en trastocar el orden ubicando a los superiores al otro lado de la reja y más allá, los superiores aún más superiores entre los mismos humanos.


Este joven nos recuerda el Circo Romano, pero no huye de los que quería fueran sus felinos verdugos y que no fueron más que leones des-leonizados, frente a un humano animalizado. Que perfecta insolencia.


Mayo del 2016


TRES LEONES Y UN HOMBRE DESNUDO

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